La noche porteña: por las fiestas de egresados, hay boliches que abren todos los días

Empiezan en el mes de septiembre y acaban en el último mes del año. Son de domingos a jueves, y gratis. Hay más de trescientos discotecas habilitadas para organizarlas. Muchos adolescentes llegan a entrar a dos o tres en exactamente la misma noche. Esta, además de ser la temporada del último cuatrimestre, donde se define si se aprueba o si hay que rendir materias en el mes de diciembre o marzo, es la de las fiestas de egresados. Esto es, también, que es “la temporada” en la que ciertos chicos van a clases sin dormir.

La celebración de egresados es, prácticamente, como el viaje a Bariloche: los alumnos la esperan desde los primeros meses de la secundaria. Para la gran mayoría es el debut en la noche porteña: la primera vez que pueden ingresar a danzar de noche. Ya en segundo o tercer año comienzan a ir a las que organizan los chicos de quinto. Y a fines de cuarto se juntan para definir exactamente en qué sitio la celebrarán. Muchos, a principios del último año de clases, hacen rifas y eventos para recaudar para la fiesta. Otros de forma directa negocian a fin de que el costo lo asuman las compañías que organizan los viajes de egresados. Los costos varían. Hay de $ sesenta, pero también puede llegar a servir entre 120 y ciento cincuenta mil pesos.

Pero la noche puede implicar peligros, problemáticas. Tanto para mayores para menores. Los padres de los egresados lo saben, por eso muchos llaman a la O.N.G. Familias por la vida y consultan por las clausuras y multas que tuvo la discoteca escogida por sus hijos. También lo hacen los progenitores de los chicos de tercero o bien cuarto, que concurrirán a la fiesta como invitados.

Son las dos de la mañana de un miércoles en la zona de discos de Costanera y 3 cursos de distintos institutos aguardan para ingresar a la fiesta. Se unieron para alquilar el local y tambien el alquiler de barra de tragos. En suma son ochenta y ocho egresados; algunos están disfrazados. Lo hacen mientras bailan en el playón de estacionamiento, al compás de un grupo de percusión que contrataron.

“El inconveniente está en la previa”, explica Alejandro, el encargado de seguridad. Es que en este género de fiestas está prohibida la venta de alcohol. Pero nadie puede controlar qué hacen los chicos afuera. “En las asambleas les preguntamos a los padres si sus hijos contrataron un “trencito” y les sugerimos que ciertos viajen con ellos. Me ha pasado de percibir a pibes decir, al día después, ‘me perdí la fiesta…’. Es que no se acuerdan de nada, de lo detonados que llegan”.

Es que adentro, todo parece controlado: la ley afirma que al menos cinco padres (en una de las fiestas que presenció Clarín hubo hasta doce) han de estar presentes; que firman y se hacen responsables de posibles inconvenientes durante el horario de la fiesta. Además, el personal de seguridad cuenta con los números de teléfono de los progenitores, para llamarlos en el caso de que sus hijos estén alcoholizados al procurar entrar. El campo de Fiscalización y Control de la Agencia Gubernamental de la Urbe, ya analiza hacer asambleas con los progenitores para pedirles que regulen las anteriores. Conforme pudo saber Clarín, las opciones son la puerta de la escuela, alguna plaza o bien una casa. Asimismo hay cursos que alquilan un salón. Lo específico es que, en el sitio que sea, beben el alcohol que compran por la tarde, o bien contratan a un bartender que llega con una barra de tragos. Por estas razones las riñas o descompensaciones suelen ser en la primera etapa de la celebración. Con el correr de las horas y el consumo de agua y aire vuelven a su estado regla

Desde la AGC y la ONG Familias por la vida le aseguraron a Clarín que cada tanto reciben demandas por venta de alcohol en fiestas de egresados. Si bien son la minoría. En estas fiestas también está prohibida la venta de tickets. En el momento en que un curso escoge la disco en la que hará la fiesta, cada alumno recibe una cantidad de entradas y las distribuye a su antojo. Se las puede regalar a sus amigos de actividades deportivas, o bien a los del distrito, a los de la infancia. La AGC ha detectado duplicaciones de esas entradas, pero así y todo raras veces hubo exceso de capacidad.

El panorama parece controlado, mas en la Urbe. Muchos pupilos porteños escogen efectuar su fiesta en discotecas del Conurbano, donde no habría tantos controles en la venta de alcohol. La favorita es una de San Martín. En la web pueden leerse muchas noticias sobre clausuras en fiestas de egresados. En Bariloche el panorama es similar: es considerablemente más simple poder consumir alcohol. La celebración de egresados acostumbra a ser a la vuelta del viaje.

Alejandro, el responsable de seguridad, varias veces apreció de qué forma los chicos intentan ingresar con petacas ocultas entre sus pertenencias. “No tienen cultura alcohólica y con dos vasos de cerveza se emborrachan. Además, adquieren lo más económico, y les parte el hígado”, dice, y recuerda las veces que discutió con progenitores de chicos a los que les negó la entrada por estado de ebriedad. “¡Mas le estás arruinado la fiesta!”, es la respuesta y reclamo habitual. Es que en ocasiones, los chicos no son los únicos chicos de la noche, en las fiestas de egresados.